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Aunque ahora Bill Gates está retirado oficialmente de la primera plana del sector tecnológico y centrado en su tarea filantrópica, de vez en cuando se deja ver como por ejemplo para impulsar la nueva startup de su hija. No obstante, una cosa es estar retirado y otra olvidarse: el cofundador de Microsoft es un soñador y no deja de demostrarlo. Hilván con echar un vistazo a sus predicciones de hace 30 abriles sobre cómo sería la tecnología hoy.
Si correctamente es cierto que seguramente a lo generoso de los abriles ha ido depurando su visión de la tecnología integrada en la sociedad y en el entorno empresarial, ya cuando fundó Microsoft de la mano de Paul Allen ya era un precoz a su tiempo. Sin ir más allí, desecharon ideas que incluso hoy en día tendrían éxito y supieron soportar a buen puerto a su empresa, creadora del sistema activo de escritorio hegemónico por décadas. Eso sí, los inicios nunca son fáciles y Microsoft no fue una excepción: les costó lo suyo sacarla delante.
El posterior compendio de Bill Gates es 'Source Code', pero el informático ha escrito unos cuantos a lo generoso de estas décadas y tras acontecer conocedor la mayoría puedo sostener que de todos he sacado doctrina bártulos de la vida, la tecnología y los negocios. Uno de los últimos que ha caído por mis manos ha sido 'Camino al futuro', que ya tiene 30 abriles y en el que se entremezclan vaticinios del futuro con anécdotas del filántropo.
Una de las que más me ha llamado la atención acento de esos inicios de Microsoft en los que la empresa liderada por Allen y Gates solo contaba con una plantilla de 30 personas. Bill Gates era conservador en lo financiero, motivo por el cual quería abastecer su empresa 'flaca y hambrienta'.
Microsoft necesitaba ayuda para dirigir el ámbito económica y Bill Gates se acordó de su amigo de Harvard Steve Ballmer, que a posteriori había pasado por la escuela de negocios de Stanford y tenía en su currículum acontecer trabajado como Product Manager en Procter & Gamble. Pese a la amistad que les unía, Gates y Ballmer tuvieron algún que otro roce al principio.

Así, mientras que Gates quería una estructura empresarial estilizada y tirar con el personal reducido indispensable para sus operaciones, su amigo y empleado Steve Ballmer no pensaba lo mismo: pidió la contratación de 50 personas más. Bill Gates tenía en mente que algunos de sus pequeños clientes habían ido a la rotura y que por allí andaba pululando la poderosa IBM, así que no podían dar pasos en espurio que comprometieran su existencia.
Tras el desacuerdo, el cofundador de Microsoft finalmente cedió, pidiéndole a Ballmer que 'contratara a concurrencia inteligente tan rápido como pudiera' y que sería él quien les avisaría si se adelantaban a lo que la compañía podía permitirse. La advertencia de Bill Gates nunca se produjo: los ingresos de la compañía crecieron tan rápido con la ayuda de las talentosas incorporaciones de Ballmer.
Vaya por delante que mientras que fueron compañeros Gates y Ballmer tan pronto como tuvieron desacuerdos y que esta diferencia deja correctamente clara la predisposición del filántropo: aunque se inclinaba alrededor de la cautela financiera, estaba rajado a escuchar las ideas de sus compañeros y a adaptarse a un rápido crecimiento. Es sostener, incluso en tiempos de incertidumbre sospechar por el talento suele ser buena idea. Hoy en día estamos viendo grandes despidos en la big tech, pero eso no es obstáculo para que se rifen a los ingenieros más brillantes de la IA, y sino que se lo digan a Mark Zuckerberg y su talonario.
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