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En estos tiempos marcados por el encumbramiento de la inteligencia industrial, pocas figuras han captado tanto la atención como Jensen Huang, director ejecutante y cofundador de Nvidia. Bajo su liderazgo, la empresa ha pasado de ser un exclusivo fabricante de tarjetas gráficas para videojuegos a convertirse en una de las compañías tecnológicas más valiosas del mundo, a la par de gigantes como Amazon y Meta.
Sus GPUs se consideran una tecnología esencial para el entrenamiento de modelos de IA a gran escalera, lo que ha hecho que el valencia de mercado de la empresa se dispare. Este vertiginoso encumbramiento ha convertido a Nvidia en uno de los pilares tecnológicos del siglo XXI, pero asimismo ha obligado a su líder a aceptar una carga extraordinaria de responsabilidad.
Y así, según explica él mismo, este éxito extraordinario tiene un precio personal significativo: la completa marcha de permanencia entre el trabajo y la vida privada.
En una entrevista realizada hace unos meses por Patrick Collison, fundador de Stripe, Jensen Huang reveló que trabaja todos los días de la semana, sin alivio. Y sostiene que incluso durante sus momentos de ocio, como ver una película, su mente no abandona los asuntos laborales. Según sus propias palabras:
"Trabajo desde que me despierto hasta que me voy a reposar. Trabajo siete días a la semana. Si no estoy trabajando, estoy pensando en el trabajo. Veo películas, pero no las remembranza porque estoy pensando en el trabajo."
Huang parece poseer aceptado —e incluso abrazado— esa equivocación de permanencia como parte del precio a sufragar por su éxito
Este ritmo vitalista, dice, no es poco esporádico, propio de tiempos de crisis o en el situación de un esperado dispersión: es su normalidad.
Internamente del ámbito de las grandes tecnológicas, este maniquí de liderazgo ha sido históricamente aplaudido: si pensamos en Steve Jobs, Elon Musk, o Jeff Bezos, todos ellos han mostrado un nivel de dedicación extrema similar. Sin bloqueo, cada vez más voces cuestionan si este maniquí es sostenible, o incluso deseable.
Medio en broma, medio en serio, Huang parece entregarse en manos en que todas esas horas invertidas en hacer avanzar esta tecnología puedan terminar traduciéndose en el mejora de una IA que automatice su bordado y le permite tomarse, finalmente, un respiro:
"Quiero convertir a Nvidia en una sola gran inteligencia industrial. ¿No sería maravilloso? Y entonces, quizá, tendré permanencia entre el trabajo y la vida."

El camino que Huang ha tomado, si adecuadamente puede crear resultados extraordinarios, plantea interrogantes sobre la sostenibilidad emocional y física a dilatado plazo:
En huella, el comportamiento del líder marca el tono para toda la compañía. Si el CEO trabaja sin detener (o incluso si es sólo el postureo que esquema con destino a el foráneo), difícilmente los empleados sentirán que tienen permiso para establecer límites saludables. Esto puede conducir a una civilización profesional hiperexigente, donde la dedicación se mide en horas trabajadas más que en creatividad, impacto o bienestar.
Imagen | Marcos Merino mediante IA
En Genbeta | "Asustar a la parentela es demasiado": el CEO de Nvidia, está convencido de que la IA traerá más empleo. Contradice, con motivo, a otros
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