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Con la pillada al CEO de Astronomer (ahora despedido) y la jefa de Capital Humanos de la misma empresa hace unos días en el concierto de Coldplay, mucho se ha hablado de cómo ese tipo de relaciones laborales pueden perjudicar la objetividad en una empresa. Ayer mismo analizábamos este tema en Genbeta. Pues hoy tenemos la historia de un trabajador que acabó despedido tras quejarse a Capital Humanos de sus frustraciones en la empresa.
Sucedió en Irlanda. Thomas Delaney quiso desahogarse sobre sus frustraciones laborales en un momento en el que se encontraba, encima, de muerto por estrés profesional. Según la información, fue el dirigente de personal quien lo llamó durante su muerto y el trabajador aprovechó para compatir su malestar. El líder del sección grabó la conversación y unos meses a posteriori la acabó compartiendo con el director universal de la compañía que decidió despedirlo.

El hombre llevaba ocho abriles en su puesto y ganaba casi 60.000 euros anuales y acabó denunciando el despido. Luego declaró en presencia de el tribunal que creía que su conversación con el director de Capital Humanos era confidencial y que nunca dio su consentimiento para la reproducción.
El abogado de la empresa alegó que la firma recibió una "divulgación protegida" en forma de "una conversación grabada entre el demandante y un miembro de su personal" y explicó que el problema residía en que “en esa conversación, el denunciante planteó cuestiones que se consideraron constitutivas de desidia difícil. A raíz de ello, fue despedido sumariamente”, de acuerdo con el abogado.

Por las palabras del trabajador alrededor de su empresa, en su desahogo con el dirigente de Capital Humanos, se decidió que la relación profesional con el denunciante era irrecuperable y que el despido era la única opción, tal y como ha relatado el abogado de la compañía.
De hecho, fue un despido alegando una desidia difícil. Y tras el despido, se le exigió al profesional la devolución de su ordenador portátil, teléfono, polímero de crédito y las llaves del coche de empresa, y la empresa lo envió de dorso a su casa en taxi.
La sentencia ha concluido que el empleado despedido debe cobrar una indemnización de 10.000 euros. Aunque la aviso no es tan buena para él. Por un flanco, porque el despido supuso deja de ingresar casi 60.000 euros al año que ganaba con la empresa.
Pero, lo más importante, es que estuvo perdiendo 1.085 euros brutos semanales durante un período de 14 semanas de desempleo entre el despido y una audiencia que tuvo ayer la en presencia de la inspección de la Comisión de relaciones en el trabajo (WRC por sus siglas en inglés). Durante ese tiempo, a la calma de ver si era readmitido o indemnizado no buscó otro empleo, según medios irlandeses.

El enjuiciador ha manido difícil que la empresa simplemente lo citó sin darle la oportunidad de objetar a las acusaciones o quejas en su contra, ni de presentar alegaciones en su nombre. El trabajador argumentó que asistió a una audiencia a posteriori de que la atrevimiento sobre su futuro ya se hubiera tomado y ha explicado que no se le brindó la oportunidad de participar en la investigación ni en la audiencia disciplinaria, ya que la empresa alegó que sería "contraproducente".
Imagen | Foto de Icons8 Team en Unsplash
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