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Cuando navegas por internet y aparece la típica casilla de "No soy un androide", probablemente sientas una sensación de seguridad. Al fin y al término, los 'captchas' –siglas de Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart– han sido durante abriles un símbolo de protección: un filtro entre el becario humano y los programas automatizados que intentan saturar formularios, destinar spam o penetrar sin autorización a servicios online.
Al ver ese recuadro, el becario asume adicionalmente que está en un sitio web que se molesta en implementar las medidas de seguridad adecuadas: de modo que esa simple hecho de marcar una casilla, transcribir saber distorsionadas, o completar un puzle visual activa en nuestra mente la idea de que estamos en un entorno controlado, e incluso auditado tecnológicamente.
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Pero, según la Policía Franquista, encargar a ciegas en ese rostro frecuente puede ser tu anciano error cuando navegas: los ciberdelincuentes están utilizando captchas falsos para camuflar ataques y robar tus datos personales. Aprovechan precisamente esa falsa sensación de confianza para que bajes la retén y, sin darte cuenta, te conviertas en víctima de una estafa cuidadosamente disfrazada.
Los estafadores replican con precisión la apariencia de un captcha actual. Una vez que el becario interactúa –por ejemplo, marcando una casilla o siguiendo instrucciones de comprobación–, se activan acciones ocultas:

Detectar un captcha infiel puede no ser sencillo a primera horizonte. Sin bloqueo, hay patrones que deben encender las alarmas:
Proceder con ligereza puede marcar la diferencia. Estas son las recomendaciones oficiales:
Imagen | Marcos Merino mediante IA
En Genbeta | El fin de los captchas se acerca: la IA ya puede resolver el 100% de ellos
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